domingo, 27 de junio de 2010

Diario ABC -Artes y Letras- SOLOMON KANE VISTE DE RUBÍN (26-06-2010)


Entre las figuras y los carteles del escaparate sobresalía un libro de cubiertas rojas. Era uno de esos volúmenes que ahora con más frecuencia empiezan a salpicar las librerías de cómics: literatura clásica adornada con la narración gráfica de ilustradores patrios. Algo que lleva tiempo haciendo por ejemplo la editorial Zorro Rojo con gran acierto y que ahora tiene en la editorial Astiberri un nuevo competidor en este nicho de mercado. Aquella tarde un sol casi pecaminoso iluminaba la última novedad de esta colección, mostrándola casi como una reliquia entregada a la voracidad de los fans de David Rubín (sólo con leer el apellido de este ilustrador ourensano ya se le hace a uno la boca agua y provoca el irremediable deseo de saborear las páginas interiores).

El volumen contiene en 290 páginas todo el universo literario de Solomon Kane, personaje creado por Robert E.Howard (también creador de uno de los más recordados héroes de la banda diseñada: Conan el bárbaro) en los albores de 1928, bajo el influjo de los universos de la fantasía y el terror en la más pura tradición de Poe o Lovecraft. Los 8 relatos de aventuras de Kane aparecieron publicados en revistas Pulp de la época como Amazing Stories o Weird Tales, donde se narraban los viajes de este antihéroe a través de la Europa y África del siglo XVI en busca de cierta superación personal al enfrentarse con adversidades sobrenaturales. Este peregrino puritano inglés, solitario y violento espadachín deambula por un mundo finito en el que vivirá aventuras que se enmarcan dentro de los géneros del folletín, el histórico, el terror.... Todas ellas presentadas íntegramente a partir de las versiones originales del autor y no con las variaciones póstumas que sufrieron, lo cual es de agradecer.

Consiguió Rubín que se hiciera muy visualizante cada punto estratégico de los cuentos con su estilo sencillo y fluido. Jugando con la aparente sencillez del empleo del blanco y negro y cierta escala de grises, transporta al lector a un deleite visual de 42 ilustraciones con alma recluidas en intervalos a menudo regulares de dos páginas. Su versión de los personajes y de los espacios narrados ponen un poco de surrealismo en esta época de devastadora realidad y demuestran la evolución del dibujante que mejora su estilo volviendo a sus orígenes: el blanco y negro. Me gusta esa reminiscencia a Jack Kirby que desprenden los diseños, la agresividad velada del empleo de las tintas negras, la lograda gesticulación del protagonista y el dinamismo de cada escena retratada, las composiciones... Una excelencia gráfica que se entiende no sólo por la calidad del artista sino por la propia situación de la encomienda que se le hizo a la hora de trabajar en este proyecto: “Normalmente en tu trabajo como ilustrador te limitas a llevar a imágenes textos o ideas que previamente te encomiendan, el que el ilustrador elija el texto que quiere ilustrar es algo casi inaudito, de ahí mi sorpresa al recibir el encargo, y mi alegría.”, y que al final transmite la sensación de que Rubín vacía toda la narratividad de las historias y la transporta a sus elocuentes imágenes, regalando al lector esta suerte de edición definitiva de los cuentos de Salomon Kane.

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