domingo, 10 de octubre de 2010

Acertijo de dandy


Publicado originalmente en el diario ABC, edición en papel y digital





Y Sabina volvió a pisar Compostela. Ante un público totalmente entregado, demostró durante casi tres horas de concierto cómo ha renacido a partir de una costilla

A la hora en punto nos dieron las diez. En ese momento más de 9000 personas sabían que la figura del golfo largo y astroso no tardaría en hacer acto de presencia. Y así fue; las aves de paso aparecieron ante el clamor eufórico de un público totalmente entregado al poeta. Pantalones verdes, americana y camiseta negras (con una interrogante blanca destacando en el pecho roto) y el ya clásico bombín a su cabeza pegado; con esta estética de villano de Batman arrancó el concierto con su "Tiramisú de Limón" y "Viudita de Clicquot", nuevos viejos clásicos de su último trabajo que todo el estadio coreó bajo una lluvia de luces de colores. El espectáculo luminoso entreabría la puerta a una banda de rockeros que rasgaron todo tipo de guitarras eléctricas y acústicas para enmarcar la poesía de Joaquín. Entre ellos, un Pancho Varona exultante no dejó de lucir una corbata de John Lennon, mientras que Mara Barros (“amazona sin un gramo de silicona”) robaba miradas hacia el relicario de su escote. Y mientras, Sabina. Caminando y tambaleándose de manera teatral bajo la línea luminosa, recitaba todos sus versos satánicos y cristianos al compás canalla de la música: desde "Medias Negras", "Aves de Paso", "Peor para el sol" o "Siete crisantemos" hasta "Una canción para Magdalena", "Cerrado por derribo", "Calle Melancolía" y "Contigo", pasando por "19 días y 500 noches", "Princesa", "Vinagre y Rosas", "Noches de Boda", "Y nos dieron las diez" y "La del pirata cojo". Himnos que la multitud cantaba sin titubeos: desde chicos de no más de 16 años hasta gente de cuarentaydiez; un murmullo de voces que hizo de coro durante las casi tres horas de concierto. Soberbias interpretaciones las de la banda con un punto rockero muy cañero (“somos los Metallica” voceaba Varona con cierta gracia mareante), e igual de soberbias las canciones que tocaron huérfanos de ‘frontman’: "Conductores suicidas", "Amor se llama el juego", "Llueve sobre mojado" y "Como un dolor de muelas".
Entre canciones el cantautor disertó, divagó y conversó con el público. Con su cierta voz cavernosa disculpó la fallida cita de dos años atrás en el Obradoiro con Serrat, y narró cómo buscando un libro de Celso Emilio Ferreiro se rompió su costilla de cristal de bohemia. Con su media barba estremecida agradecía los aplausos espontáneos de los peces de la ciudad compostelana; con los ojos de un vidriado triste y emocionado de alcohol y satisfacción acompañaba unas palabras de agradecimiento a los asistentes, mientras aseguraba ser el de anoche uno de los mejores conciertos que recordaba. Con la expresión altanera y alocada, ciertamente bufonesca, aseguraba haber recibido mensajes donde le informaban que Fran estaba enamorado de Arancha y no de Belén Esteban, para posteriormente responderle a un espontáneo que le llamó filósofo si le estaba comparando con Guardiola. Con todo, el magnetismo de este ídolo embalsamó la noche en Compostela; se despidió hablando a media voz pero su asfalto sonoro lo llevará a Lugo para celebrar el San Froilán. Perfectas sonatas de otoño para estas ciudades gallegas.

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